YOYA
Esta vez Los Tenaces, quiso
entrevistar a una combativa compañera de larga trayectoria en el Partido,
luchadora incansable desde su trinchera
por los derechos de los trabajadores especialmente de su género, participando
activamente en el frente de pobladores y otras instancias.
En su cómodo y sencillo living
comedor de su casa habitación Aurora Vidal, “YOYA” es su nombre de batalla,
recibe a “El Siglo” para la entrevista pactada con los TENACES. El ambiente de
este Living Comedor da cuenta de su
irreductible compromiso de mujer Comunista lleno de simbologías de izquierda,
destacándose en sus paredes blancas las figuras emblemáticas de Salvador
Allende, Gladys Marín, Víctor Jara, Pablo Neruda, El Che, junto a los Símbolos
del Partido. También “Chapitas” y mucha artesanía, figuritas de lanas que
tienen una hermosa historia de lucha y compromiso.-
¿Pero quién es “YOYA”?
Estoy militando en el Partido
desde el año 1960. Mi primera votación fue por Salvador Allende, elección en la
cual, con mucho honor, fui apoderada del Partido en la mesa en que me tocó
votar. Lo hice con mucho cariño pues se trataba de defender los votos de
nuestro mártir presidente Doctor Salvador Allende Gossens, Después seguí
militando, militando y militando, trabajando siempre por el Partido y después
se le hizo, se inauguró, una sede para Allende y en esa sede Yo participaba.
¿Y que recuerdo personal tiene de
esa instancia?
Cuando trabajaba por Allende,
estaba embarazada de 8 meses. Andaba para allá para acá, rodeada de compañeros
que me cuidaban. Y resulta que en una de estas el Compañero Allende, en una
base que le hicimos, me tocó la guatita y me dice; ¡Va a ser un Compañero!...Y
justo nació un varón, un hombre, Hijo que me acompañó por dieciocho años como
Comunista, después el decidió militar donde él quisiera.
Conocer a Salvador Allende en
persona para mí fue una gran satisfacción pues se trató de un gran Presidente,
un luchador por y para el Pueblo y con lo que le pasó después, hasta ahí no más
llegamos. Por eso, jamás he dejado de participar en todas las marchas del 11 de
septiembre desde su inicio hasta el final sin sentir cansancio.
¿Y que otras actividades ha
desarrollado en el transcurso de su militancia?
Para contar más de mis actividades,
debo decir que he participado en distintas Organizaciones. Estuve en la “Bolsa
de Cesantes”. Estuve en la Vicaría de la Solidaridad, cuando estaba el Cardenal
Raúl Silva Henríquez y participaba haciendo comida para los niños cuando el
Cardenal llevaba comida a unos doscientos menores de las poblaciones y campamentos más pobres. A mí me gustaba
solidarizar con ellos y me inscribía para la Cocina. Ahí me tocó ver la extrema
pobreza. Cuando esos matrimonios pobres enviaban a sus hijos al colegio y nosotros
les hacíamos bastante comida. Se repetían los chicos y ahí uno veía que en sus
casas no tenían para comer. Les dábamos un buen platón y se lo comían y al
ratito estaba pidiendo más; “Tía…le queda comida…nos da otro plato”. Entonces
ahí uno se daba cuenta que en las poblaciones, pues estos niños eran de
población, no eran de la zona centro, había mucha hambre. Esos niños se
inscribían para ir a los campamentos y a las ayudas en alimentos a través de la
Iglesia. A través de los Campamentos conocí varias playas pues estuve varios
años con esto de los Campamentos donde se llevaban niños, Con esto me quedó a
mí una sensación rica en el sentido como yo ayudé con mi trabajo para la
solidaridad.
¿Y en que otras actividades
participó?
Como decía, participé bastante en
la “Bolsa de Cesantes”; estuve participando en los Talleres de la Vicaría,
donde tenía mi puesto de monitora para enseñar en varias Iglesias como La San
Rafael, la San Andrés, San Felipe de Jesús. Ahí teníamos nuestros talleres
donde hacíamos nuestros “Negros José”, cuya característica era hacerlos con las
manos en los bolsillos simbolizando la cesantía y pobreza que había en Chile
durante la dictadura. Hacíamos esos monitos (me muestra esos hermosos monitos,
hombre y mujer, hechos con recortes de lanas, colgados en la pared) para
enviarlos al extranjero simbolizando nuestra lucha y denunciando la pobreza.
Eso lo hacíamos en las Iglesias que he nombrado y un día participaba en los
talleres de una con los grupos que ahí habían y después, en otro día, con la
otra y la otra, es decir, en todas las iglesias que he nombrado. De todos esos
grupos era la encargada con la Asistente de La Vicaría. Así se confeccionaban
muchos de estos monitos y a través de La Vicaría se enviaban para el
extranjero.
¿Y que otros recuerdos tiene
sobre esa actividad?
Haciendo esos “Negros José, que
simbolizaban a los cesantes, nos traían a nosotros, para la gente, para el
grupo, pues se juntaban mucha gente, una
especie de alimentación: un tarro de “bateroy” que era como la mantequilla,
unos kilos de harina cruda y leche, unos tarros de leche. Eso venía de otros
países y venían sellados. También la harina servía para hacer sopaipillas y
darle a toda la gente, a las señoras que estaban tejiendo; y vender otras poquitas
para juntar fondos. Una semana le tocaba a una persona traer la harina, hacer
las sopaipillas, repartirlas y después llevarlas; entre ellas estaba también
yo. Y eso para juntar unos poquitos fondos para el grupo que funcionaban en las
Iglesias. Pero esto se fue terminando de a poco.
¿Y con que otros recursos
contaban?
También nos llegaba para vender a
través de la Vicaría, ropa usada, fardos, para hacer nosotras bazares, Así es
que en las distintas Iglesias seleccionábamos la ropa y la vendíamos; pero no
nos resultó pues no faltaba quién echaba
la ropa a los bolsos y se la llevaban sin pagar. Eso era con respecto a la
Vicaría; pero ya era tanto y tanto ese trabajo que hacíamos que empezó a haber
un perseguimiento hacia las que trabajábamos ahí. A mi me asesoraba una
Asistente Social que la conocía en persona y que la sigo conociendo- tengo una
muy buena llegada con ella – y resulta que era tan perseguida la Vicaría de la
Solidaridad, como las que trabajábamos en los talleres, y como nos veían
siempre en la Vicaría buscando material para darles a las personas que hacían
los “Negros José” (íbamos a buscar material, íbamos a dejar material. Ahí se
nos daba la lana; nos entregaban ovillos de lana y palillos para la gente)
Entonces fue tanto eso que hubo que tomar medidas pues hubo un perseguimiento.
¿Cómo lo notaron?
Habían autos que nos seguían de
donde salíamos, a que lugar íbamos; y después el regreso. Nos advirtieron en la
Iglesia que tuviésemos cuidado. Al final de eso, con esos trabajos, ya
aparecían aquí mismo los milicos, los CNI, a buscarme en la casa; pero nunca me
pillaron, pues llegaban en la noche y uno se acostaba y permanecía en silencio
No me pillaron nunca, pero había perseguimiento. Un día una persona me dice;
Tenga cuidado señora Aurora, hay gente que se sube detrás de usted cuando toma
micro. Se baja donde usted se baja y eso lo hacen constantemente. Así es que
empecé a alejarme un poco de esos trabajos.
¿Qué otra cosa con respecto a la
dictadura me podrías contar?
A pesar de lo anterior, seguí
participando a escondidas yendo a reuniones, haciendo mis actividades, muchas
veces disfrazada iba igualmente a las reuniones al anochecer. Igual me
perseguían con autos y tenía que ingeniármelas para escabullirme, Para regresar
tenía que dar varias vueltas para despistar a quienes me seguían. Mi hijo
siempre me decía: ¡Mamá tenga cuidado…Mamá tenga cuidado!
Hay tantas otras cosas que contar
que no sé que decir. Dentro de esas cosas hay un asunto muy particular, muy
especial: Nosotros tuvimos en nuestra casa a una persona escondida que la
habían baleado. Estuvo como un mes escondido en nuestra casa muy grave este
compañero, con el terrible temor que nos allanaran, y lo pillaran a él. Pero yo
todo ese tiempo, toda mi vida he trabajado como asesora del hogar. Entonces
cerraba mis puertas y lo dejaba ahí con sus remedios en espera de una compañera
que venía a darle los remedios. Por ese motivo estoy satisfecha pues algo hice
por él; aunque ahora lo veo en el centro, en alguna marcha como un gran
caballero y aquí casi se nos muere. Lo fui a dejar a la Clínica. Iba bien
grave. Lo disfracé. Salí con él. Lo tomé del brazo. Bien derechito le decía y
lo subí a un auto. No te “quejí”, lo aleccionaba. Llego a la Clínica y el
doctor me dijo: ¡Pero si este hombre se nos arrancó de aquí!...La explicación
podría estar en que al venir arrancando por esta calle, ya no dio más y se
derrumbó…Por casualidad habló a Alejandro al cual conocía por haber estado
antes en esta casa y le pidió ayuda; Alejandro me puedes llevar a tu casa tan solo
un ratito ¡Qué un ratito! ¡Estuvo más de un mes acá! ¡Nosotros más asustados
que ocho! ¡Casi se nos muere! El hijo lo mudaba como a un niño chico.
Comprándole pañales. En esa época nadie nos ayudaba y nosotros comprándole
pañales,,,Y ahora,,,¡Ni nos mira!...¡Es el pago de Chile!.-
¿En que otras cosas participó?
Como Asesora del Hogar, tuve
participación en la lucha por una Casa de “Asesoras del Hogar” y que todavía
permanece con el Nombre de “Cardenal Raúl Silva Henríquez”. Fui presidenta del
Sindicato de Asesoras del Hogar, nombre que el Cardenal Raúl Silva Henríquez
nos puso, Antes nos llamábamos Empleadas de Casas Particulares. Ya hubo un
cambio. Ya no fuimos más tratadas como “Empleadas” en forma despectiva que era
como tratarnos como “la suela de zapatos”. El Sindicato sigue perdurando, y
funciona en una casa que fue habilitada por el Cardenal para dar asilo a
compañeras que llegan a la Capital en busca de trabajo y permanecen ahí
mientras lo consiguen.
En general, he hecho siempre trabajos solidarios y eso
me gusta mucho a mí. Siempre he estado ayudando en las ollas comunes, en las
poblaciones marginales y como anécdota muy particular tengo la alegría de que
Nancy Torrealba, la cantora popular, se inspirara en mi actividad para cantar:
“Juntemos todas las ollas, Yoya/ Con una olla popular/ Dónde está la alegría,
Yoya/ dónde la dignidad
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