Hubo una vez un pajarito que amaba la libertad. Era un bello pajarito que cada primavera se posaba en el almendro que crecía portentoso en el patio de la casa y que al son de la garganta prodigiosa del ave, iba floreciendo, estallando en su follaje las más hermosas flores blancas que
la mente más inteligente jamás pudiese imaginar. No faltó el día en que llegó el águila rapaz y de un picotazo artero dio muerte al canto que enaltece. Nunca más floreció el Almendro, transido de dolor.-
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